José Saramago

Buen día. Felicitaciones, te has convertido en una gaviota sin pelotas que vuela por lo alto de las azoteas errando los goles automáticamente por no haber nacido dos minutos antes. Felicitaciones. Buen día. Todo lo que hayas errado en tu fantasía de vadear el camino del Inca a horas en que la gente trabaja y come de viandas, ha sido depositado en tu cuenta estratégicamente para evitar todo perjurio y queja en contra de tus falencias. Buen día, felicitaciones. Tu nuevita mesa de carne y bambú orgánico, sanador y oligofrénico, están aquí, han llegado soltando el aroma de tus nalgas en la mañana, cofrecitos de té londinense y taxímetros en los que me tocaste la punta de la verga contentísimas ambas. Felicitaciones y buen día. Hoy comienza el reto más apasionante de la televisión nacional y tú arrancas a mordiscos pedazos siniestros de lo que en la lotería se conoce como "premio desierto", u otra invención de los políticos que han leído ciencia ficción a cara de perro. Buen día. Felicitaciones. Te ves dulce como un láser y tus pasitos descalzos por la heladera de la vida, van tejiendo la ruta del sushi en tímpanos que nadie recuerda. Buen día. Felicitaciones. Ojalá no fueras un postre.