Vicente Huidobro

Omnes vulnerant, postuma necat

"Por cada diez animalillos que pacen en tu patio,
diez ninfas son consoladas automáticamente por
el putrefacto aroma de tu amable silencio."
Cacho de la Cruz 


Agradecerle sin modo alguno a esta sencilla poetisa de atrevimiento obtuso, el dejarme prologar (a modo de sobresaliente galeato) sus licenciosos textos que ¡estómagos benditos!  O verán la luz a partir del sinnúmero de intentos de poesía que enchufara la noche en que sustrajimos los aplausos del (no oigo nada ahora porque metieron el Turbo Overdrive al palo) lector calificado.

Homóloga en placeres a una sirena blanca del mar de Tokio, la poderosa, candente y centelleante pluma de María De Los Ángeles, teje una a una las ideas que el hombre pre-evolucionista tendrá de los elementos que constituyen el Uruguay del hoy:
  1. Mag mag o la era del Maj maj (precio a convenir).
  2. Todo lo que tenga que ver con el uso legal o ilegal, el abuso y el consumo nocivo del matambre a la parrilla (incluida la nueva variedad de matambre a la pizza que tanto alaban algunos burguesitos de los barrios pudendos).
  3. Lo descacharrante de encontrarse con la ausencia musical de Martin, Medeski & Wood en las pocilgas comerciales de Balizas.
  4. Un poema desgarrador sobre la historia (tan controvertida en nuestros días) de un pareo que llega a los brazos de su amo a través de un sobre cerrado a nombre de pila, mientras las hijas de Raúl (tal el nombre del señor) deciden apostar al lap dance como forma de incentivar sus glándulas y ganarse el perenne respeto de sus compañeritas de posgrado 58% nerds. En un irreal pero conciso descuido, quedando el animal fuera de sí por un televisor prendido en modo metralleta, el can sumerge a una de las blondas niñas en un hisopo de cal, maderas de oriente y automatismos cultos, lo que desata una concatenación de aberrantes acontecimientos que llevan a la exhausta gerenta a viajar por tierra al lujurioso Hawaiian Tropic universe encendiendo las postales con la palma de las yemas de las uñas de las puntas de los pelos del sobaco izquierdo. Se salvan (de más está decirlo) en el anca de un piojo.