Simone de Beauvoir

Taller literario Nuatsi interactivo Nº 3: de las desinfecciones que tus ojitos de morondanga deberían de procurar en la realidad lírica y otras ménsulas más aberrantes.

¡Algo! ¿Y quién no? Desbarrancarse en la propia habitación de quien ha mantenido el café matutino, las cartas que llegan de las fans sudoríparas y el terciopelo de otra mañana de tarde temprano a las cuatro. Pero entre todas las advertencias y caricias de las letras que (me peino y no es una metáfora) forjan la élite culta, hay unas demandas que trabajan arduo en el mercado literario. Y miles de lectoras nos declaman:
¿Qué quiere decir literatura?

Si hubiesen de haber concurrido a nuestros talleres de sensibilización profesionalizada y cero por ciento light, sabrían la respuesta: PREGÚNTENLE. Así es, pregúntenle a la palabra literatura qué quiere decir. ¿Le preguntaron? ¿Verdad es que no les ha contestado, cierto? Innegable es ese hecho, ¿convengamos? ¿Y saben por qué es así y no de otra manera? ¿Intuyen? Es porque la palabra no quiere decir nada. ¡Opa!  La palabra no quiere, no desea, no anhela, no ansía ni aspira ni ambiciona. Las palabras no estiman ni adoran ni veneran ni apetecen. Somos los seres animados (como tú o como galleta) quienes desplegamos esas actitudes porque la ciencia averigüó que somos humanos y he aquí la revelación y bajá el volumen: ¡las palabras no son seres humanos! ¡Ay! ¡Oh! ¡Morite de la envidia! ¡Es la posta! ¡Horrible echarle sal a un guiso cuando ya está servido!

Y cabe de que la academia toda se me acabe tildándome de iconoclasta o quizás hasta de malevo o esperma, porque hay circulando personas que parecen palabras e incluso palabras que al leerlas nos abducen en un colosal candor pulsional que nos (¿cómo está el INAU?) llevaría a pensar que cabría la chance de que hubiese existido la mínima posibilidad en una contingencia extrema de que la coyuntura actual llevara a la casualidad de que fuese probable lo que se te pasa por la mente. ¡Pero ni a palos! Preguntale a la gurisa que te mandó el sms, preguntale al químico farmacéutico o maniobren en bedelía para sonsacarle información a los antropoides sobre qué quisieron decir al usar esas palabras y no otras. Pero, ¿preguntarle a la palabra? ¡Date cinco minutos, date vuelta!