Truman Capote

Sí porque unas minitas que lamen me han pedido que brinde generosamente mi culta óptica y desarticulación acerca del episodio del perro ese que le dieron pa' tabaco enfrente de todo Youtube. Quizá debamos hacernos una pregunta anterior (debas): ¿en qué punto ha de tocarse esto (¡rica!) con la literatura? Pues bien, el perro es un animal que figura en muchos mosaicos literarios generalmente comandando la sutil compañía que el ser humano y vos necesitan para despotricar forajidamente contra la soledad y los mieditos que le pernoctan sin aviso. Desde La Biblia, (llamada así porque necesitaba un nombre) cuando Rafael acude al llamado de los nenúfares que hipnotizan a Casiopea en el pando del Támesis para transformarla en una dócil jaula de dulcísimo placer abyecto, es un can quien (can quien, can quien, can quien) otorga la salvación mediante la fiereza, la honestidad, fidelidad y compromiso, abnegación y arrojo, bravura y consolidación de sus instintos más serviles al nudo de lo humano.



Un ejemplo de entrega y (esperá que abro el diccionario de sinónimos) adjudicación, concesión, cesión, préstamo, donación, pago, remuneración, retribución, dedicación, ofrenda, consagración, sacrificio, renuncia, abnegación, sometimiento, rendición, capitulación, acatamiento, vasallaje, fascículo, cuadernillo y pero, por sobre todas las cosas, actitud de gol. El perro ese (llamado Tomá para traerlo siempre engañado) logra sacar de las aguas a nuestra heroína inyectable y salva el día confiándole a Sísifo sus penurias menos molestas porque... Es un perro. Por ello es imposible circunvalar el derecho de los animales, algo que creamos los seres humanos para respetar a los verdaderos animales, no a las cucarachas o a las ratas o a los mosquitos o a las polillas o a las moscas o a las brótolas o a las vacas o a los corderos o a los lechones o a los caballos o a las hormigas o a los atunes o a las nutrias o a las pulgas o (can quien, can quien, ¡me encantó! ¿a vos no?) a los pollos o al sinnúmero de animales que no son tan buenos o lindos como el perro, que es re lindo. Y además nos hace caso. ¡Qué lindo!
Y no hablé de las chinches.
Ni de las perras. ¡Qué lindas!