Marcel Proust

Aclamada por algunos, amada y odiada por otros, la indescifrable presencia de la muzzarella  o mozzarella en el mercado occidental ha marcado siempre una sucesión indiscutible de efectos y afectos en el corredor humano-animal que marca la agenda gastronómica mundial. Pero ¿qué es la muzarella aproximadamente? Con un principio incierto, sus primeros usos detallados en el "Necronomicón del Quetso" (la biblia del queso), dejan notar a la muzzarella más como una medicina que como un queso lindo para gustar: "Muriose el cavrito de Jorje i jedió fiero noventa lunas con sus noventa soles i para que las jentes de la aldea frenaran sus propios sambuyires en una negra mortandá se prepararon unas musarelas es quisitas (...) rebentar que rebienten pero con salú" Eurípides, 1234 AC. Exactamente mil años después, el infortunado Julio César escribiría: "Puedo no entender el Cosplay en los adultos, pero entiendo perfectamente la muzzarella." Siete días después, en plena batalla contra los placebos, el ajuar romano contaba con una dotación envidiable de este queso tan romántico como enigmático.

Y sin embargo, ¿por qué se abarrotan los mercados y las ferias de personas de todas las etnias en busca de este manjar? ¿Qué propiedades tiene que lo convierten en el comestible más poderoso del mundo? ¿Y por qué está ominosamente rodeado de tanta morbilidad y mortalidad a lo largo de su deliciosa historia? ¿La marca amarillenta de una tragedia inconciente quizás? "Absorto desde mi camarote dejo que la realidad me interpele salado: ni bien desciende del crucero, la muchachada se abalanza sobre el área de quesos y fiambres de Tienda Inglesa y en minutos, ya no queda más de esa leche maciza que los lugareños llaman moussearella. Es como si quisieran seguir mamando la leche de por vida y cada vez más sólidamente, ¡qué disparate!" así escribía Freud en su carta al Dr. Selby, apabullado por el inaudito deseo enfermizo de quienes condimentaban su día a día a fuerza de la muzzarella de años ha. ¿Y hoy día?