Antón Chéjov

¡Hola!, ¿cómo están después? Hoy voy a hablarles un poco de mí en forma de fábula para que vean el poder de las arenas en la ¿dudás? Ipso facto el interés que he puesto en salvar a las ballenas y la preocupación que eso conlleva no quiere venir a decir que no me interesen los niños que se mueren de hambre en África o los numerosos atentados que hay en el mundo en los que mueren disparatadas cantidades de personas inocentes, mujeres, niños, choferes y vedettes. Una cosa no tiene nada que ver con la otra, es más, realmente jamás me interesó lo que pasara en África y nunca pienso en los atentados porque en mi país no ocurren. Además, es incuestionable que las ballenas son (mientras más conozco a la gente más amo los animales y menos me amo, por ende) algo realmente a tener en cuenta por encima de la gente incluso la que tengo en casa viviendo a mi lado. Puedo destratar perfectamente, por ponerles un ejemplo cómodo, a mi madre, pero ¿a una ballena? No porque ni sé dónde viven, quizá sea al norte pero no voy para no contaminarles el medio ambiente, ¿entendés?

Además, ya en la enseñanza primaria, en la escuela, nos enseñaban (en la enseñanza) enseñanzas acerca de la diferencia que hay entre la caída y la tirada: "maestra me caí" era muy diferente de "maestra, Beatriz me tiró" o me empujó o me hizo trastabillar. La diferencia estaba evidentemente en que una cosa era llamémosle ACCIDENTAL y la otra era INTENCIONAL. Entonces ¿por qué seguís diciendo (sobre todo en conciábulos cultos, do abunda el buen gusto y la sutileza de utilería) la caída del muro de Berlín? ¡No se cayó, lo tiraron, imberbe! ¡Berberecho! ¡Sacá la mano, Antonio
(que me puedo entusiasmar)!



Nota: lo que está bien visto es una cita de Wilfrido Vargas
¿Las Primas no escribían?