
Jaime, ¡soltá las bolsas y hablale a tu madre! Era un día tan bonito... Las ovejitas saltaban los postes de aluminio como llevadas por una fuerza irresitible hacia la madurez natural de la evolución. ¿Quién dice que esos animalitos jamás volverán a subir peldaños en la escalera evolutiva? Traducíamos letras en inglés y viajábamos escuchando temas de Coldplay mientras las rubias nos tocaban el culito. ¡Era todo tan lindo! Y ocurrió lo peor. Era todo tan melindroso...

Por supuesto y anoten. Me sé reaccionario porque me sueno la nariz con papel higiénico. ¡Qué revolución! ¡Proxeneta de lo estatuido! ¿Está tu ídolo? Mentiritas sacando la lengüita como ratitas con lentes John Lennon. Veremos un estudio y te olvidaste el desparramo bacanal en mis sábanas. Quedó el calor del sudor, el olor a tetas, culo, verga, leche, lágrimas, glándulas, perros mordiendo las gargantas arracimadas en una granada de fragmentación. Y mi glándula secreta (atención endocrinólogas).
Y vuelvo a mirarte y a decir (pronunciando como en la TV educativa): ¿Qué ventaja? ¿Qué cualidad? ¿Estás segura de que omitís realmente lloverte? ¡Cómo están esas guitarras acústicas!