Pedro Calderón de la Barca


Eres un muslo perfecto en un día totalmente perdido de soles. Si un paquete de 70 gramos de queso rallado tiene el valor de 29 pesos uruguayos, entonces un kilogramo de este queso vale cuatrocientos catorce pesos. Prefieres espolvorear marihuana sobre tus tirabuzones, prefieres esparcir tus alas sobre el vientre (cojo) de los tiempos y ondear la bandera de la palabra, o bien dejarte vencer por el basto, la copa, el eucaliptus colorado y el delgado sueño rosa de la marmota que engendramos. Lo hice por ti! Y por los tildes sobre monosílabos. No seas necia! Te necesitamos viva! El mundo y la sociedad no te olvida! Corre a ser vespertina! Ya! Corre! Eres divina, eres mi nieta ¿te lo he dicho?

Qué víspera, golondrina surreal! No, no. Ni avisan cuando en la mano nos amamos. Pero en el catre... Ah! Es la perdición! Ajustar la máquina de medir para voltear el pozo con la pasión sublime de los guardacostas, enterrados hasta la médula o sea que estábamos compitiendo con la real lobotomía que Delia nos alcanzaba por una hora más. ¿Qué tramás? ¿Sentiste la batería en el loop de la feria? Sexo (fue lo que me dijo o le dije). Otra mentira del chat. Otro perfume que el bienvenidos! Tu mujer me encanta! Hagamos fondue!



¿Es esto lo que queremos realmente bombear para adelante en nuestra efímera presencia? ¿Paso por el cosmos o el cosmos me pasa? "Somos el predicado de una motocicleta rampante." solían decir los capítulos apócrifos de HOUSE (donde convulsiona el 97,2% de los pacientes). ¿Y esperamos encontrarnos en otra ronda de poetas? No te metas, metralleta! Tus tomaduras de pelo han llegado a su fin último! Hay otros! Vendrán nueces! Volarán mercados y puentes! Y tú, tan serena y osada como un vuelo de gaviota, esparcirás tus espolvorearás tus mearás tus te asemejas a lo más hermoso que he visto: el fin (octavo o cualesquiera) de otro día de trabajo. Abajo. Muy sujeto, demasiado predicado.