Esquilo

Kilo y medio, ponele. Y te digo que aunque se calcula que fuimos ataviados por diferentes personajes del Necronomicón en el amanecer hegemónico de una poderosa denuncia al sexo de coyuntura, el sol de otoño ha sido tratado en cada tratado como un experto más en el arte tan nuestro de vencer el agudo paroxismo. Una sinfonía efectista que demuestra que el proceso de conversión de los mantras tradicionalistas se han caído probablemente a causa del nuevo año chino o una copa de champaña sueca que sostiene tu madre en conversación con sus propias dreadlocks. ¿Y esto nos avasalla? ¡Por favor! ¡Centenares de tumbas serán llenas de carne de hígado de pollo de granja de las afueras del Chuy, antes que subirnos al insidioso pene flácido de la postrera compañía rebelde del jurado del concurso ese! ¡Nosotros sudamos años! ¡Defecamos años! ¡Los municipios de la amistad no rondan los trece mojones, senadora! Las pendejas nunca supieron lo del deseo y nosotros les vamos contando los dedos de los pies a pura lengua viperina y homenajes lúbricos de un Olmedo que entendía la influencia de los efluvios antes de que David Bowie conociera la punta del compás. ¡Circuncidamos la posibilidad misma de parirlo! ¡Y ellas apenas están aprendiendo a felarse los índices o ponerse los mil nombres de Naruto (si pueden)!


Pero veamos el lado mental. De ahí a revocar un cisne, peinarlo, chocar palmas con un afrodescendiente o almidonar la camisa de la tortuga y peludear en conciertos de un cisne, pensarlo, cortar dálmatas con un ano descendente o almidonar la petisa de la tortura y pelotoduear en las salas de espera de la Facultad que eligieron tus papás, es un solo acto en una docena de cortos de Akira Kurosawa. En el primer acto se muestra desvalida y eso nos hace desabotonarnos los jeans, en el siguiente manco se abraza a sus fatigantes indecisiones y ya la marea se torna una vehemente anciana de boca inerme que chupa babosamente vaciando de negrura los paraguas que nos venían protegiendo del tedio asombroso: la capacidad extática que tiene el coscorrón de vivir la pipa y el vino del espacio en un almanaque teñido de orgasmo. ¡De organismo! ¡De sarcasmo! ¡De onanismos y pleonasmos! Derrapando en un futuro que les desea lo mejor para sus familias incluyendo que acabes apenas entre. ¡Apenas mismo!